San Quintín del 17 de marzo al 28 de abril reciente, pasó la lucha de los jornaleros organizados en la Alianza Nacional de Organizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, del reclamo con paros y bloqueos a las acciones paralelas de organización en campos y colonias de la región de San Quintín al centro sur del estado de Baja California y las de difusión de sus condiciones y demandas en busca tanto de solidaridad como de respuesta gubernamental a la situación precaria en el empleo y las condiciones de vida de miles de jornaleros.
Esta fase parecía haberla ganado con tiempo a su favor la patronal explotadora y racista y el gobernador a su servicio: aumentar en 15 % los salarios y presionar a los jornaleros migrantes a volver a las labores, aislar a los activistas y representantes jornaleros y desencantar a los que tardíamente desde medios, academias y organizaciones llegaban a San Quintín buscando vivir el espectáculo de la revuelta de las primeras semanas.
Pero el tiempo y las actividades de representantes y bases no fue perdido: ahora además de otra mesa pospuesta para la segunda semana de mayo entre jornaleros patrones agrícolas y las secretarias de gobernación, trabajo, seguro social, gobernador y patrones (con la pata aún metida y sin cortar de las corruptas CTM y CROM). Ante la necedad patronal, los funcionarios tuvieron que prometer servicios y derechos sociales, educativos y de salud de los que se habían hecho desentendidos.
Pero ahora los jornaleros y sus organizaciones van a las negociaciones evidenciando que las condiciones miserables y oprobiosas, las viven los jornaleros en casi 24 estados del país; además de que su trabajo vale en dólares para empresas de México y de Estados Unidos y que vale para los consumidores de las hortalizas y fruta vendida tras frontera.
Aun así, la solidaridad hasta ahora declaratoria en el caso de varios partidos sedicentes de izquierda y hasta de algunos priistas, se promueve realmente con acciones acompañadas en tiempo desde lugares distintos por maestros principalmente oaxaqueños y organizaciones mexicanas y latinas en el país del norte. Lo mismo hacen estudiantes y organizaciones campesinas.
Por eso además sin radicalismos verbales, no sólo de movilizaciones y paros se alimenta este movimiento, ahora se preparan las condiciones para el boicot de consumidores y comercializadores de los productos trabajados por manos jornaleras, así como una participación en la crítica al sistema de partidos y al gobierno mexicano en sus tres niveles que siempre han discriminado a las comunidades y familias jornaleras.
Es hora de ver cómo se enlazan o coordinan los jornaleros de otras regiones donde su fuerza de trabajo barata, incluso a veces gratuita si se cuenta la de infantes y mujeres ha enriquecido a corporaciones empresariales y dado cargos y recursos a funcionarios abusivos.